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Desde la antigüedad, el ser humano ha observado el cielo con asombro, preguntándose qué eran esas manchas luminosas que surcaban la oscuridad. Con el tiempo, descubrimos que se trataba de galaxias, gigantescas ciudades cósmicas que guardan los secretos de nuestro origen.
La nuestra, la Vía Láctea, debe su nombre a un mito griego y fue revelada en 1610 por Galileo Galilei como un cúmulo de estrellas. Más tarde, gracias a telescopios avanzados, William Parsons y otros astrónomos demostraron que aquellas “nebulosas” eran galaxias enteras. Hoy sabemos que existen millones, con formas espirales, elípticas o irregulares.
Sobre su origen, la ciencia plantea dos caminos: que surgieron de pequeños cúmulos de estrellas que se unieron (de abajo hacia arriba) o de protogalaxias masivas que colapsaron (de arriba hacia abajo). En ambos casos, llevan miles de millones de años evolucionando y moldeando el universo.
Conclusión ★
Las galaxias son mucho más que conjuntos de estrellas: son escenarios donde nacen y mueren soles y donde se teje la historia del cosmos. Estudiarlas no solo amplía nuestro conocimiento, sino que también nos conecta con la grandeza y el misterio del universo que habitamos.
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